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¿Dónde están los místicos en medio de la guerra?

Beatriz

Ayer encontré un artículo en las redes con una pregunta ¿dónde están los místicos mientras el mundo se derrumba por el peso de las injusticias, las guerras, las llamas de la violencia generalizada? Contrariamente a lo que piensa el común de los mortales los místicos no abandonan el mundo externo (lo real y lo tangible) por el interno (lo espiritual, lo intangible). Sino que abordan los fuegos que incendian el mundo desde una perspectiva supranacional, espiritual, el único agua lustral que puede apagar tanta maldad.

Con su solitud, su silencio y a veces su reclusión, mal entendida. Ellos inician cada día para nosotros uno de los movimientos más poderosos de influencia en el mundo. Su movimiento parte desde el centro de su ser: el corazón, que es el centro del llamado microcosmos -que es todo ser humano-, que yace “encerrado” tras los velos de su alma psicofísica, de su conciencia egoica y que es un “órgano” capaz de comunicarse con los mundos celestiales, los mundos de la Verdad, de la Pureza, de la Belleza.

Esos hombres con su acto de ir puliendo el alma mediante su método espiritual, que exige una disciplina que ningún guerrero externo ha tenido que enfrentar jamás, la llamada Guerra Santa en la tradición del Islam, que se libra en el interior de cada alma entre las tendencias irracionales y las tendencias supraracionales o espirituales, van haciendo cada vez más trasparentes los velos que encierra a ese órgano espiritual por excelencia, que está como encerrado o velado por el alma.

Y este desvelamiento permite que la luz del Sol del Espíritu que reflecta sobre la superficie del corazón, ahora liberada de su encierro, vaya abriéndose paso a través de velos cada vez más finos, o en otra hermosa metáfora, vaya derritiendo el iceberg que aprisiona ese sol microcósmico imagen y semejanza del sol macrocósmico e inunde de luz y calor, de verdad y amor el mundo que agoniza por falta de ambos.

Como en un círculo virtuoso el corazón se va convirtiendo en una “superficie” cada vez más capaz de reflectar las dimensiones espirituales que yacían ocultas o veladas por las gruesas cortinas de olvido. Esa luz cada vez se hará más fuerte, más constante, más poderosas para producir transformaciones de profundo calado en el macrocosmos, que es el mundo en el que habita el Ser Humano, incluidos todos los universos en los que estamos entretejidos.

Una de las herramientas de pulimento de estos hombres y que favorece la influencia entre estos dos mundos interno uno, externo otro es una imaginación moral activa, una imaginación pacífica frente a una imaginación en guerra, y una imaginación armoniosa frente a una imaginación destructiva.

Desde la soledad interior de descubrir quiénes son y para qué propósito han nacido en este mundo trazan para el resto del mundo un mapa seguro para alcanzar la meta de una armonía duradera: con el propio ser tumultuoso, con el mundo en general, con la fuerza cósmica que nos abraza a todos nosotros, y desde allí, desde ese macrocosmos expandido en una conciencia abarcadora desde el centro de su propio corazón con, en el caso de los creyentes, un Creador Todopoderoso, en el caso de otras tradiciones, con el Vacío, el Tao….

El alma interior de los místicos se convierte así en el laboratorio donde ensayar acciones contra todo tipo de guerras, donde ensayar los mejores regimenes políticos, que en su caso son verdaderas teocracias, o “budhocracias”, si se me permite inventarme el térmico, donde es la Ley del Dharma, o la ley de Dios, la Ley que susurra el espíritu la que decide los movimientos ha realizar en cada momento y situación.

Con su mente concentrada cada instante en las enseñanzas de las que son devotos discípulos, van cultivando una mente pura, un corazón puro y transforman en sí mismos el sufrimiento para el beneficio de todos los seres. Transforman sus propios boicoteos, las amenazas continuas de un alma glotona, ávida e insaciable, en cuanto deseos se refiere. Permiten a los sentimientos-refugiados que huyen del rechazo sostenido durante décadas ser acogidos y rescatados de la ignorancia que les negaba su mensaje y les cerraba cruelmente las puertas. Ensayan miles de respuestas amorosas a las calamidades que la vida va infringiendo en su propio corazón herido y lo sanan con la única medicina posible la valentía de ver las cosas como realmente son.

Cuando uno se asoma al caos de apatía anárquica sin ningún tipo de propósito en el que vive la mayoría de la humanidad y se pregunta cómo podemos salir de esta debacle, se acuerda entonces de la respuesta de los místicos, tan poco entendida por el mundo profano, o mejor dicho profanado por la falta de inteligencia espiritual en la que ha decidido vivir la mayoría de los hombres.

Una se da cuenta de que es el único sistema que puede poner orden a tamaño caos, y ese sistema es responsabilidad de cada uno asumirlo. Como personas que vivimos en la parte del mundo que ha creado el virus de la globalización de un pensamiento único de destrucción masiva de lo que no sea su insaciable poder de Más, tenemos la responsabilidad de hacernos santos, de irradiar mapas de regreso a la Paz, y desde ese microcosmos pacificado influir al macrocosmos en el que viven nuestros otros yoes hermanos, acorralados por nuestras políticas ignominiosas no ensayadas en el corazón, por nuestras avaricias no desmanteladas por la justicia en nuestro corazón, por nuestra ceguera no curada por la Verdad del propósito real de un ser humano sobre la tierra de la que el corazón habla.

Esas políticas de asesinato, de terrorismo institucionalizado, como el de Estados Unidos o Israel, o Arabia Saudí que estamos viendo estos días, arrojando seres a la mar como cementerio, o haciéndoles cruzar fronteras huyendo de guerra decididas desde la corrupción más pésima del hombre, desde las grutas interiores donde habitan los monstruos más feroces, solo se frena y/ se cura con el trabajo que los místicos nos señalan desde todas las épocas y tradiciones. Es la única hoja de ruta que el mundo puede seguir y que todos los que han occidentalizado su alma han olvidado cómo seguir.

De regreso al corazón uno puede influir de la manera más poderosa en su entorno, y quizá su hermano, que podría convertirse en el siguiente Hitler sea apaciguado por su propia mansedumbre, y así lancemos al escenario político un monstruo menos. O el alumno que se ve avocado al suicidio como única respuesta se vea iluminado por uno de esos rayos que viene del Cielo de las ideas puras y atraviesa los tenues velos del maestro de turno, que es maestro de sí mismo y se atenúe su sufrimiento y se embarque entonces en una misión con sentido, como la de ayudar a otros que también perdieron el rumbo.

El Sol luce y calienta toda la tierra sin hacer distinciones y es generador de una vida que es asombrosamente milagrosa, ¿Qué no podrá hacer el Sol espiritual del hombre?

Beatriz Calvo Villoria