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David y Goliat. Sobre transgénicos y demás lindezas

Beatriz

109 nobeles han decidido acusar a Greenpeace de “crimen contra la humanidad” por su campaña contra los transgénicos. Desde las atalayas de sus laureles arremeten contra la organización ecologista por su rechazo a “los organismos modificados genéticamente en general y el arroz dorado en particular”.

Han escrito una carta abierta que pretende ser un duro golpe a la credibilidad de Greenpeace al acusar a esta organización y a todas las que se posicionan en contra de los transgénicos de “tergiversar los riesgos, beneficios e impactos” de los organismos modificados genéticamente y de “apoyar la destrucción criminal de cultivos de experimentación”. Los alimentos transgénicos, subrayan, son tan seguros como cualquier otro alimento, “si no más”, según las evidencias científicas. “Nunca ha habido un solo caso confirmado de un efecto negativo en la salud de humanos o animales”, recalcan. “Hacemos un llamamiento a los gobiernos del mundo para que rechacen la campaña de Greenpeace contra el arroz dorado, en particular, y contra los cultivos y alimentos mejorados mediante biotecnología en general”, continúan los científicos. “Hay que detener la oposición basada en emociones y dogmas, en contradicción con los datos”, zanjan. (Fuente el País)

Y aquí nos encontramos de nuevo con una de mis metáforas favoritas para ilustrar el actual estado del mundo moderno basada en la historia de David y Goliat. Goliat es ese guerrero descomunal, gigante, que dirigía el ejercito de los filisteos que quería esclavizar a los israelitas. Es desde otro punto de vista el arquetipo del interés oculto, pues detrás de la campaña de los filisteos que querían vencer al pueblo de Dios,  estaba “el deseo de autoridad”, la unión de ciertos yoes que se unen por estrategia, y que dicen ser más fuertes que los demás, o más inteligente, o, en este caso más laureados.

Los Goliat son los que quieren dominar sin rendirle cuentas a nadie, a nada superior por encima de su soberbia. Quieren crear una “gran sociedad” por unión de pensamiento, el pensamiento único que como un único anillo quiere dominarnos a todos aboliendo cualquier rastro de diversidad humana, animal o vegetal.

Los filisteos modernos son como los antiguos, en el sentido que Filisteo significa emigratorio, que va de un lugar a otro según la conveniencia, con sus ejércitos de generales de renombre y fama dirigiendo operaciones a gran escala contra todo pueblo que se resista a su colonización, a su dominación. Sus Goliat son siempre los guerreros más fuertes, y en nuestros días no hay más fuerza para rebatir cualquier otra posición que la de la argumentación científica.

Goliat significa el que no tiene tierra, su nombre habla del desterrado, sin tierra, en su etimología se dice que los Goliat son aquellos que están en la búsqueda de uvas sueltas, pues son las más fácil de obtener sin esfuerzo, no están sujetas a la vid. No tienen raíces en el cielo, son profanos, nunca entran el Templo de la Vida a venerar el milagro nuestro de cada día en la que se refleja una potencia creadora que debería dejarles anonadados.

No aman a la tierra sólo la utilizan, se aprovechan de ella, la violan en sus intimidades más profundas, en busca de sus recursos más ocultos, aunque haya que trepanarla entera y eso cause terremotos o inundaciones. No se esfuerzan porque no la aman y todo amor verdadero exige esfuerzo, renuncia.

Sus biotecnologías son las galas de sus artificios, esas promesas cientifistas de que arreglarán el mundo cuando lo que les interesa es dominarlo con su ciencia de prometeos. Goliat nació en Lagar,  el lugar donde se estrujan las olivas y donde se pisan las uvas, así estrujan a la célula, al gen, a la semilla, a lo que haga falta para sacarle la última gota, mientras cantan emborrachados de su propio poder canciones de fraternidad y libertad que embelesan a los incautos para dominar el mundo con su Dios mercado. Y de esta declaración de los nobeles hay mucho mercado e interés dinerario detrás. Y no me hace falta ser científica para asegurarlo.

Desde que le dieron el premio de la paz a Obama dudo mucho de la credibilidad de estos premios económicos y de prestigio y no puedo dejar de ver detrás los mismos intereses de ese pensamiento único que quiere igualar el mundo por abajo, por lo peor de lo que el hombre es, una caricatura sujeta a su parte animal, ávida y codiciosa que nada le es suficiente.

A la mayoría de los nobeles les gusta ser ensalzados como a Goliat, el amor al honor  ciega con facilidad a los hombres, que creen entonces ser autoridad suprema por encima de la realidad que habla de un mundo al que no le caben más inventos de laboratorio. Y en este caso han usado sus laureles para vencer a David que clama por la soberanía alimentaria, la de millones de campesinos que con las patentes, los transgénicos, los químicos y demás artificios científicos se ven desposeídos de sus riquezas, de su sabiduría campesina con la que han alimentado por milenios a sus progenies.

David, al otro lado del campo de batalla entre el bien hacer y el mal hacer representa a todos los que aman la verdad sin necesidad de venderla para hacer patentes con ella. Son los que se someten de buena voluntad a sus reglas escritas en el cosmos; que aman el libro sagrado de Dios, esa naturaleza que les asombra e inspira poesía y cantos populares mientras siegan. Son los que campesinean por el mundo o pastorean sus ovejas, humildes como David, aunque luego fuera hecho Rey por la nobleza de un alma que se somete al creador, y tuviera en su zurrón cinco piedras que viene del río del espíritu, de la vida simple y sencilla sometida a la Realidad.

Goliat con su carta abierta quiere sustituir su sabiduría por una agricultura de precisión tecnocientífica, de hecho la web donde han publicado la carta los Nobeles en una web de agrotécnica, la ciencia del despilfarro. Miles de millones en investigaciones en una tecnología, la transgénica, que no ha demostrado nada, pues también hay estudios independientes que sostienen lo contrario que lo que ellos sostienen.

Se erigen en sabios científicos frente a una agricultura campesina que lleva siglos dando de comer al hombre, frente a una cultura que colabora en una red de ayuda mutua, donde nos solo se trabaja para uno sino para todos y las futuras generaciones, como aún podemos ver en ciertos destellos en nuestra pobre cultura rural,  que agoniza en continentes tan urbanizados como los de Europa, que ha dado la espalda a la economía real, de la que se come.

Goliat es la prueba de fe que todos debemos superar. Es enorme, gigante, da gritos amplificados por los mass media. Se yergue soberbio de su poder y conocimiento tecnocientífico.  Solo cuentan sus datos, que de independientes tienen bien poco, pues tienen detrás un ejército sediento de ganancias; multinacionales que ansían  apropiarse de todos los territorios posibles. Le gusta la idea de imperio, son los yoes de la envidia, de la avaricia, de la retribución, del auto-mérito, del deseo de autoridad, de la ambición del poder, etc.

David porta cinco piedras sacadas del río del espíritu. ¿Podremos de la mano de la honestidad, de nuestro amor a la tierra, de nuestra responsabilidad de trasmitir una herencia que no nos pertenece, de la misericordia y compasión hacia los hermanos que sufren ante este ejército; de nuestra humildad de sabernos criaturas que compartimos viaje con otras infinitas criaturas, que dependen de nuestra cordura a la hora de habitar los ecosistemas, hacerle frente a este Goliat? Capaz de mentir sin ningún parpadeo, pues domina el engaño y tiene para propagarlo.

¿Le podremos asestar el golpe de la sabiduría que da el amor al cielo y a la tierra y cortarle  la cabeza a los Monsanto, a los nobeles que se venden, a una ciencia financiada por el interés que mercantiliza el mundo, las semillas, el germen, el símbolo mismo de la vida sobre la tierra?

¿Seremos capaces de no alimentar a nuestro propio Goliat, que quiere lucrarse consumiendo más de lo que le corresponde? ¿Nos conformaremos con que menos es más, con esos mínimos que dan la felicidad para que otros tengan también? ¿Seremos capaces de no alimentar  ese yo separado que vive en la amenaza de la carestía y necesita acumular para llenar su vacío del único Yo que realmente existe reverberando como reflejo en el espejo de nuestros corazones?

David vence a Goliat y al deseo de autoridad, de la ambición del poder, del amor al mundo, a los honores, a los aplausos, a la retribución, al comercio y a las ganancias, pues es humilde y está sujeto a la ley que rige el universo. Vence por su honestidad y humildad que lleva a la objetividad de lo que las cosas son realmente, vence a la subordinación a los sistemas corruptos de control de masas establecidos en la tierra. Y combate con más generosidad la codicia nacida del miedo, atento a las necesidades del prójimo sin pretensiones personales, en un olvido de nosotros mismos a favor del Otro.

Goliat no sólo desafía a Greenpeace nos desafía a todos, pues quiere inundar el mundo de sus engendros prometiendo exterminar el hambre que sus políticas neoliberales producen. Goliat son los poderes de mundo y el cientifismo  es uno de sus brazos.

“Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas, yo vengo a ti en el nombre de Yaveh de los ejércitos… a quien tú has provocado. Yaveh te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza… y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Yaveh no salva con espada y con lanza; porque de Yaveh es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.”.

David tiene de su lado la verdad, son las culturas nómadas que aún sobreviven a duras penas, las culturas indígenas asentadas en la tierra, la cultura rural denostada. Necesitan nuestro apoyo, que vayamos a favor de la corriente de la ley del cosmos, de la madre naturaleza y sus secretos, de no más artificios de brujos que juegan con fuego y que nos enfrentemos con nuestras elecciones cotidianas.

David lucha con un corazón que confía que la verdad nos hará libres, por eso no usa las armas de Goliat, no necesita escudos, ni vanos discursos, estudios científicos, porque tiene visión y la sabiduría sencilla de lo que crea orden y desorden en el cosmos.

Tiene determinación y quiere defender a los mansos de la tierra. La piedra con la que derriba a Goliat es la fe. Ante el gigante se adelanta apresuradamente, con convicción, con determinación, sabiendo lo que va a hacer, sabe cómo va a derrotar al enemigo, no duda ni un instante. Bendito sea el pastor humilde que todos llevamos dentro, que contempla las estrellas en la noche después de haber apacentado a sus ovejas, sus pasiones, y que con su humilde fuego ya tiene toda la ciencia que necesita para iluminar el mundo del Misterio, por el único que merece la pena dar la vida.

Os dejó este vídeo sobre David y Goliat. Yo he tenido que ponerlo en silencio pues la música no es para mí la apropiada, pero las imágenes ilustran de alguna manera lo que he querido expresar en palabras.

Beatriz Calvo Villoria