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Amigos indeseados

Beatriz

Tengo un tic en la cara, me muerdo el labio por dentro y no puedo evitarlo. En menos de un mes mi padre y una amiga me han dicho de formas distintas que pare. No son las primeras personas que me lo dicen, pero hacía tiempo que nadie me lo recordaba. Cuando lo sueltan, siempre entre risas, por supuesto, y pillándome totalmente desprevenida, noto que hiervo por dentro y me dan ganas de decir; ¿Puedes dejarme en paz? ¿Por qué no dejas de mirarme y así lo arreglamos? Vamos que me pongo a la defensiva, pero a la defensiva de qué, me pregunto, ¿De un tic? No, a la defensiva de aquello a lo que el tic apunta, la parte más vulnerable de mi persona, esa parte inconsciente, sobre la que no tengo control. Por eso me molesta realmente, porqué me hacen responsable de algo que para mí, siendo totalmente sincera, tiene vida propia. No está bajo el gobierno de mi voluntad, sino que responde a leyes que desconozco. Esta mañana tuve que oírlo de mi padre, que al parecer me miraba mientras yo escribía este artículo, que por cierto, no tenía nada que ver con todo esto en un principio.

Ahora me pregunto qué es un tic. En medicina está relacionado con trastornos de estrés y ansiedad, según los estudios de un neurocirujano Americano del centro médico de la universidad de Langone, Alon Mogilner, la mayor parte de los tics nerviosos presentes en gran parte de nuestra sociedad tienen que ver con la ansiedad que genera hacer cosas que no queremos hacer. El remedio parece fácil; dejar de hacer lo que no nos gusta hacer. Efectivamente, parece fácil, pero habrá que intentarlo para darse cuenta de que quizás no lo es y de que quizás, algunas acciones que forman parte de nuestro día a día, no las elegimos, sino que son movimientos involuntarios o tics, que se deben a la contracción de nuestro verdadero ser.

La solución, descansa reposada en la armonía del organismo, armonía de la que los tics forman parte, ya que equilibran el sistema. Como una alarma que se enciende cuando algo no va como estaba previsto. La enfermedad es parte del proceso de sanación. El cuerpo, tan amable como puede, pero con la salud como prioridad, compensa lo que se ha descompensado ya sea a nivel físico, psicológico o emocional.

Tengo un tic, ahora lo veo. No sé cómo pararlo, ni sé si algún día podré, pero ahora lo miro de otra manera, con respeto y cariño, y con la certeza de que es inteligente y está al servicio de la salud. Gracias a esta comprensión, y aprovechando que estamos en el último mes del 2019, año repleto de vida y de muerte, de celebraciones y duelos, de alegrías y penas, de anécdotas amistosas e íntimos secretos, de nuevos amores y amores perdidos, me quito el sombrero y me inclino ante este organismo, que me ha permitido vivirlo todo y aquí sigue, regulando, regenerando y reequilibrando.

 

Gabriela Rdz. de Miguel Heredia

Escuela de Meditación Ecocentro

www.ecocentro.es