La victoria del bufón Trump. El rey está desnudo
Preámbulo
Me he dedicado toda la mañana a estudiar los comentarios de analistas de izquierdas de derechas, antisistemas, conspiranóicos, anarquistas, gurús americanos, pensadores integrales…. Para intentar entender el triunfo electoral de Donald Trump.
Me sumergí en la Red pletórica de imágenes trepidantes dispuesta a luchar con el exceso de datos, de visiones de no deglutir compulsivamente la información que nos asalta desde todos las direcciones del espacio virtual, hasta hacer estallar la cognición; los muros protectores de una cognición ordenada, pausada. Las fronteras de nuestra villa particular se han resquebrajado ante una marasma de opiniones; incapaces de unificarlas en un sentido que las recoja y las salve de su reino de la cantidad, de su multiplicidad dispersa e inconexa.
Esa conexión que tendría que hacer una inteligencia bien adiestrada en las bellas artes como la filosofía; adiestrada en lógica, en discernimiento, aderezada con las cualidades de la concentración está fuera del alcance de muchos de nosotros y el esfuerzo de sacar conclusiones nos agota, pues son demasiados los elementos en juego, en esta cultura que lo disuelve todo incluido a ella, la inteligencia.
Cómo anhelo ese versículo del Tao, que parafraseando viene a decir : bendito el hombre sabio que desde el umbral de su casa escucha las campanas del pueblo vecino, lugar que nunca tuvo la necesidad de visitar. El tejido de internet, una red generada desde la maquiavélica inteligencia militar del ejército más poderoso del mundo, por ahora, que sabía bien lo que hacía para someter a la población mundial en su mátrix devoradora.
Después de diez artículos y surfear la ola desbordada de opiniones en las redes, de las personas que para mi son representativas de cierta visión he reposado la información, he subido a respirar, a aquietar ese oleaje, ese tsunami de ideas, de visiones, de preguntas y después me he dejado llevar por el poder de la palabra.
¿Quién ha ganado?
¿Porque gana Donald Trump? ¿Qué gana cuando gana Donald Trump?
Gana, tangencialmente, la legitimidad de la visión de los Vedas que hace miles de años vaticinaban con precisión visionaria -la que da el Intelecto con mayúsculas- estos escenarios de lo grotesco, de lo infernal, incluso, de las más bajas posibilidades encarnándose en una sociedad en la que habría una ausencia casi total de Dharma, “Ellos son peleadores, perezosos, desorientados, desafortunados y, por encima de todo, siempre perturbados” Shrimad Bhagavatam. 1.1.10.
Gana la traditio cuando hace los análisis políticos más certeros desde el corazón mismo del alma humana, que cayó en un descenso vertiginoso hacia la dualidad, perdiendo su estado de paraíso. “La honestidad, la limpieza mental y física, el perdón, la misericordia, la duración de la vida, la fuerza física y la memoria, continuarán disminuyendo”. 12.2.1
Gana la sombra, la locura, la falta de un método espiritual, de una Ley que nos ayude a discernir lo que nos acerca a lo real, lo que nos aleja cuando estamos opacos, densos por la ignorancia de los velos, con los que nos recubrimos para no sentir la herida óntica de la separación, lejos de una sabiduría que trascienda incluso la ley, pues “ama y haz lo que quieras”. Gana la parte más enfurecida, la frustración no domeñada, la ignorancia de los mecanismos del alma humana, la ignorancia del manejo diestro de nuestras emociones básicas, de supervivencia. Gana la bestia que habita entre nosotros.
Gana un pueblo desencantado de las falsas promesas materialista que adoraban como se adora el becerro de oro, con total entrega y que en su frustración quiere castigar a los poderes que les vendieron el sueño americano de la prosperidad a cambio de los principios. Gana lo burdo, pues ya no hay fineza discernidora, solo impulso a la venganza de tanta derrota, de una sistema que se burló y se hizo kafkianamente Estado, más allá de la realidad de sus ciudadanos, a los que utilizó para engrasar su maquinaria de guerra, de industria, de fábrica, de esclavitud.
Desencantado de un Estado dirigido por los poderes corrompidos hasta la médula, príncipes de este mundo, de los medios de comunicación rastreros, de los poderes globalistas. Gana el malo de la clase, el golfo, que permite saltarse por hastío todas las formas políticamente correctas y enarbola la sombra de toda una cultura que da palos de ciego ante un poder invisible, que un bufón se atreve a nombrar y decir que el rey está desnudo, tan desnudo como él. “La meta, la conducta y el valor del hombre serán juzgados por la riqueza que posea. En la era de Hierro, sólo la fuerza bruta va a decir lo que es correcto y lo que es incorrecto” 12.2.2
Pero gana también una llamada de atención a esos poderes de comunicación irresponsables del poder nefasto que manejan, que dieron a Trump todas las portadas porque maravillaba a sus audiencias y eso aumentaba el beneficio de los anuncios y gana también un hartazgo ante el globalismo que quiere unificar un mundo entero con una supuesta receta, una supremacía de visión que se puede imponer interviniendo y matando a millones de civiles en sus guerras, en sus primaveras, con sus lobbys, sus tratados. Qué impide la diversidad con la tiranía de su pensamiento único.
Gana la incertidumbre ante unas reglas de juego que son estructuralmente injustas “La justicia se vuelve inaccesible si uno no tiene dinero para sobornar”. 12.2.4. Ante la hipocresía moral y política que ya no vende. Vende desatar a los demonios, vende mentir con ciertas verdades, exorcizar a los demonios a costa del escándalo, de exponer sin vergüenza los más bajos instintos para resolver problemas para los que no se tiene conciencia suficiente para hacerlo por la vía de la paz y del amor de hermanos, pues no tenemos ley. “…La hipocresía va a ser considerada bondad, y la falta de opulencia va a dar a un mal hombre”. 12.2.5
Gana una caricatura grotesca con un no a las élites globalistas que dominan el calendario político de su oponente; la élite transnacional. Según Ignacio Ramonet gana no sólo porque haya despertado el lado más emocional y visceral de su electorado sino porque en su programa electoral ha dicho un no a los recortes neoliberales en materia de seguridad social. Un no a la arrogancia de Wall Street, por la que quiere aumentarles los impuestos a ese omnívoro poder financiero. Un no a la política extranjera intervencionista indiscriminada que ha dejado en el currículum de Clinton, millones de muertos. Un no al Daesh y a su financiación, en alianza con el demonio ruso, soltando los pingües beneficios de la segunda guerra fría.
Gana, mal que le pese al sofisticado urbano, un pueblo llano, rural, abandonado, pues las finanzas abandonaron las raíces de la economía de lo real y sumieron en la crisis económica a estados enteros, trasladando entre otras lindezas sus fábricas a países donde la esclavitud estaba permitida por sus propios tratados internacionales. Gana el hartazgo, el no saber cómo castigar a los poderosos, votando a un rufián de casinos que ha sabido jugar las cartas de la debacle moral.
Gana nuestra locura, nuestra desesperación, la de hombres escindidos, perdidos en el pensamiento líquido, la del todo vale; el grito redentor de que alguien nos salve, aunque sea el matón del barrio. Gana Kali Yuga, era de engaños y donde la mentira pasa por ser verdad. Gana el inexorable paso de los ciclos cósmicos…
Ya termino.
Sólo recordar que la noche más oscura siempre es la precursora de la luz de la mañana. Algún día se hará de día. De hecho a cada instante podemos en nuestras vidas perpetuar la noche, viviendo tras las cortinas de nuestra ignorancia o levantándolas, en el momento adecuado -el que se cocina en el crisol de una búsqueda sincera-, y calentar el corazón herido de multiplicidades paradójicas como esta de la de la propia sombra a los pies de la vela, en un acto unitario de lucidez y de sentido.
La sombra es ausencia de luz. La sombra de Trump, la de Clinton, la de los políticos que nos representan es la sombra de una humanidad ciega que por instinto busca un no se qué en el lugar equivocado, se trata de alzar la mirada y encontrase con la bendita luz de la vela.
Beatriz Calvo Villoria
Directora de Ecocentro Tv