Sigue el debate del cambio climático
¿Estamos ante un escenario de cambio planetario inminente que afectará de forma irreversible a nuestras sociedades?
En un artículo, publicado en Nature, dieciocho científicos, entre ellos varios españoles vinculados al CSIC, sugieren que las fluctuaciones cada vez más extremas que afectan a la biodiversidad de la Tierra, las alteraciones climáticas que sufren los ecosistemas, junto con otras causas como el incremento de la población, están conduciendo al planeta a un punto crítico. Este estudio se suma a una larga lista de advertencias que surgen de la comunidad científica de que podemos estar llegando a una situación sin retorno posible.
Algunos titulares hablan de colapso planetario inminente, otros de plan de emergencia para la Tierra, otros de irreversibilidad, cambios sin precedentes, desastre global… Frente a esta sensación de urgencia que destilan algunos medios de comunicación cuando informan de los análisis científicos, son muchos los habitantes del planeta que aún se resisten a aceptar que las distintas formas de presión antropogénica, como la que genera el cambio climático, estén destruyendo la Tierra, y piensan más bien que cualquier desastre será gradual y tardará siglos en ocurrir.
A esta diferencia de percepción de lo que se está «cociendo» en nuestro planeta ayuda la dificultad del ciudadano medio para distinguir la realidad entre las distintas posiciones que la comunidad científica mantiene al respecto, pues frente a términos como «colapso» o «no retorno», que aparecen en algunos análisis, y que no siempre tienen el mismo sentido para todos, hay otros que dejan entrever la sensación de que todavía estamos a tiempo y de que, de algún modo, hay esperanzas.
Existe un contraste entre científicos como James Lovelock, que describen escenarios apocalípticos y vaticinan una reducción drástica de población para antes de final de siglo, unos 500 millones viviendo en el Ártico, en un escenario de presiones migratorias, refugiados ambientales, escasez energética, pérdida de grandes terrenos cultivables, señores de la guerra y las anunciadas guerras por el agua, y otros expertos que se atrincheran en las incógnitas relativas a procesos naturales susceptibles de mitigar el efecto invernadero, como el meteorólogo Richard Lindzen, u otros que relativizan el impacto de una de las causas importantes del cambio global, el cambio climático. A esto se suma el ruido mediático de «los escépticos» que acusan a los análisis climatológicos de «ecoalarmismo».
Ante tal diversidad de opiniones científicas y no científicas, muchos son los que se escudan en ellas y mantienen los brazos cruzados, amparándose en la incógnita de los efectos que los propios científicos no se atreven a concretar; justificación para no respetar, en el caso de los gobernantes, ninguno de los tratados ya firmados, como Kyoto, Nagoya…, y, en caso de los ciudadanos, para no cambiar los hábitos de superconsumo o, por ejemplo, las malas prácticas ambientales. Otros muchos, por el contrario, quisieran que se actuase, por fin, con más determinación, exigiéndose a sí mismos y a los que nos representan un cambio radical que nos ayude a evitar los peores escenarios, mientras devolvemos algo de orden al caos que nuestra actividad dibuja a diario sobre la Tierra. Caos reflejado en una cantidad de tóxicos inasimilable por la biosfera, aumento de fenómenos extremos, incapacidad de contener el calentamiento en dos grados para final de siglo, océanos cada vez más ácidos con sobreexplotación insidiosa, extinción pavorosa de especies, deforestación vertiginosa, como confirma el informe GEO-5 del PNUMA… la lista de la sombra es cada vez más alargada.
La suma de todos estos desencuentros entre la actividad humana y la naturaleza ya está produciendo efectos sobre las poblaciones humanas, migraciones ambientales, pérdida de recursos básicos, enfermedades, guerras… Nuestros amigos de AgendaViva han ahondado en ese punto de no retorno o colapso que algunos científicos vaticinan, reflexionando sobre este tema tan crucial para nuestras sociedades junto a seis científicos españoles de distintas disciplinas para seguir dando voz al sentido común, el menos común de todos lo sentidos en estos extraños tiempos que nos ha tocado vivir.
Beatriz Calvo Villoria